«Soy Gema, mamá de dos niños. El mayor tiene 7 años y el pequeño 3. Este último es el que veis en la foto, Lucas.
Nació de 29 semanas sin previo aviso por un desprendimiento de placenta mientras dormía. Eso ya nos desmontó el plan, veníamos de la primera experiencia con el mayor, todo normal y una lactancia exitosa, prolongada y sin incidencias. Para esto nadie te prepara.
No pude ver al bebé hasta pasados dos días. Recuerdo, como si fuera ahora mismo, estar tras la puerta de neonatos esperando a que nos abrieran, sentada en una silla de ruedas, mi boca seca y el corazón que se me salía del pecho por los nervios. Después de ver al pequeño Lucas, ya más tranquila, las enfermeras me indicaron que si yo quería podría extraerme mi leche y poder dársela a Lucas mediante una sonda que llevaba colocada. Ellas me comentaban que sería “Oro Líquido” para mi hijo… y ¿quién era yo para privar a Lucas de ese alimento tan necesario? Así que, me explicaron cómo estimularme y cómo utilizar el sacaleches de la sala de lactancia, ya que con mi primer hijo todo fue sobre ruedas y no me hizo falta recurrir a este método. Con foto del bebé en mano y algo de agobio en el cuerpo, fui poco a poco llamando a la leche con la máquina ruidosa. Al principio, me subía a la habitación algo disgustada y preocupada porque mi gran esfuerzo era de escasos centilitros de resultado. Por suerte, el mini estómago de Lucas no admitía mucho más, con lo que me dio una tregua.
Una vez dada yo de alta pero Lucas no, iba al hospital cual lechero con mi nevera, cargada de mis progresos del día anterior. Por la noche me ponía un despertador y acompañada del fuerte ruido me sacaba la leche, y por la mañana me ponía en camino del hospital a ver a mi bebé y a entregar mi leche a las enfermeras encargadas de administrar las dosis pertinentes. Con mi leche iba también mi amor y mis ganas de verlo y cogerlo, y también el de su papá, sin quien nada de lo logrado habría sido posible. Fue importante ese proceso, ya que las leche nos unía a toda la familia, más de lo que yo pensaba en ese momento. Ahora soy consciente.
Cerca de un mes y medio estuvo alimentándose por esa sondita que llevaba, luego ya pasó al biberón, pero todo con mi “oro líquido”. Unas dos semanas antes de que plantearan el alta de Lucas, me dieron la gran alegría de poder ofrecerle el pecho directamente y ver cómo succionaba. Su boca era pequeña, pero el campeón insistía en querer sacar su recompensa por sí mismo… Al principio me estimulaba con el sacaleches y así el primer esfuerzo ya no tenía que hacerlo él. Podéis llamarme blanda pero… ¡Qué maravilla ver a mi pequeñín de casi dos kilos mamar por primera vez! ¡Indescriptible!
Con esa alegría y poniendo todo mi positivismo, a diario me acercaba al hospital a sólo tres tomas; a las 12, a las 18 y a las 21 horas todas con el biberón ya que lo importante era que fuera cogiendo peso. Me tenía que repartir y no fue fácil. Pero ya sabía que, en salir de allí, mi bebé sería capaz de mamar solito. Yo ya estaba segura; el resto lo hizo Lucas.
Y así fue. Después de dos meses y una semana nos pudimos ir con Lucas a casa y con la gran satisfacción de poder estar sólo con lactancia exclusiva.
Una vez en casa me dio mucho miedo, no lo negaré, y me sentí agobiada. Echaba de menos la seguridad de tener cerca personal sanitario y las máquinas que, ya no estaban. Me asustaba pensar que algún atragantamiento normal en otros niños, le hiciera una apnea y no pudiera volverlo en sí como allí lo hacían las enfermeras. Pero con ayuda de mi marido y del entorno familiar comprendí, que en brazos de su mamá sin ningún cable alrededor, era lo que Lucas necesitaba en ese momento para confiar en su nuevo entorno, en su Hogar.
El pequeño Lucas ha ido creciendo. Pronto hará tres años y aún sigue lactando, sobre todo por la noche. Y siempre pienso en lo mucho que dudé si mamaría mi bebé al estar dos meses y pico ingresado sin su mami. Pero mi historia es una historia de AMOR, DE APOYOS VALIOSOS, DE ESPERANZA, DE CONSTANCIA, Y SOBRE TODO DE CONFIANZA EN MI Y EN MI NIÑO. LA HISTORIA DE LACTANCIA, LA HISTORIA DE LA VIDA.»
Gema Leal Clavel
Hola! Yo estoy en la misma situación ahora mismo. Di a luz mi bebe con 31 semanas (hace apenas 8 días) . Sigue en UCI x bajo peso. 1250gr. (perdió 120gr al nacer). Estoy luchando por la lactancia materna, con sacaleches y piel con piel de momento va viento en popa. Además al bebe le noto un cambio muy positivo desde q me dió la subida y toma exclusivamente «su leche » diseñada Par él.
Me gustaría poder hablar contigo ya q me siento muy identificada con tu vivencia.
Gracias
Hola Elena, nos alegra saber que te has sentido identificada con esta historia. Sentimos la tardanza en la respuesta. Comentarte que también estamos en redes sociales, búscanos en Facebook. Un saludo!