Cuando la familia aprieta

Llegan las vacaciones. Y con ellas por fin aumenta el tiempo que pasamos con familia y amigos. Padres, abuelos, tíos, cuñados, vecinos y conocidos, compartimos terrazas y encuentros estivales.

Mientras para unos supone un momento de distracción y de divertimento, para madres y padres supone, en algunas ocasiones, momentos estresantes por los conflictos que la educación de los hijos, pueden crear públicamente.

DgIe59IMWRY24UtMMoXp7RxLSe79Oe83JJ5wthNc

Con estas situaciones, el fenómeno de la diferencia generacional, toma todo su sentido. Son muy diferentes los parámetros con los que educamos actualmente a nuestros hijos respecto de los de generaciones anteriores. Y aunque todos asumimos que había esa misma diferencia cuando mi madre me educó a mí, sí es cierto que la globalización y las redes sociales han podido influir para que esta diferencia sea mucho más notable respecto a la manera de educar de mis abuelos. No estoy descubriendo nada nuevo hasta ahora.

Nuestros hijos forman parte de una familia extensa, y así debe ser para que se socialicen de forma variada y saludable. El tema coge interés cuando las decisiones de los padres son tachadas de incorrectas o juzgadas incluso de contraproducentes, hasta el punto de influir en el ánimo y la confianza de los padres, más si estos son primerizos.

Soy partidaria de escuchar nuevas y mejores formas de hacer las cosas. Creo que una buena madre se define como aquella mujer que analiza la situación, teniendo en cuenta varios puntos de vista, y antepone a cualquier cosa el bien para sus hijos, adaptando también en ello el bien común. No sé si están de acuerdo todos con esta definición, seguramente no. Aún no hemos dado con una definición que contente a todos. Pero en lo que sí podemos estar de acuerdo es que los responsables últimos de la educación y crianza de los hijos, son sus padres. Y aunque lo hagan de forma compartida con el resto de la sociedad, no somos quienes nosotros para influir en decisiones como su alimentación o como su crianza, siempre que con ello no hagan daño por supuesto a sus hijos o a los que compartimos planeta. No hablo de dar el móvil en edades tempranas, costumbre ya denunciada por los expertos como algo escandalosamente contraproducente. No hablo de educar niños contestones, poco empáticos o insensibles a lo ajeno.

Entrando en harina, o mejor dicho, entrando en leche, hablemos de lo que sucede cuando una madre decide alimentar a sus hijos mediante un método natural como la lactancia materna. Eso que los expertos definen como la mejor decisión siempre que la madre y el niño así lo quieran y puedan.

Ello conlleva una proximidad constante con el bebé, que los padres eligen voluntariamente. Y si hay otro niño en la ecuación, que puede darse el caso, y es recomendado por los expertos, hablamos de dar lactancia en tándem. Acto heroico, no desprovisto de dificultades, y que por encima de ellas, favorece a ambos niños física y emocionalmente.

people standing in front of wood pile
Photo by Craig Adderley on Pexels.com

Si una madre y un padre deciden hacerlo, ¿quiénes somos nosotros para ponerlo en duda? Y mucho menos, para insultarlo. Si encima, no nos hemos documentado como ellos y tampoco nos exige un sacrificio propio, ¿por qué entonces lo tachamos de irresponsabilidad y mala decisión?

No quisiera generalizar. No quisiera dejar pasar por alto aquellas familias, como la mía y muchísimas más, que nunca pusieron palos en las ruedas, ni aprovecharon para meter miedos mal fundados.

Son muchas las mamis que sienten miradas y juicios sumarios cuando eligen gestionar sus crianzas respetando los métodos de alimentación natural. La familia que trata así a una madre no siempre lo hace llevada por el ánimo de hacer daño, no quisiera que se malinterprete la cuestión. No siempre conseguimos ayudar con nuestros consejos, aunque éstos sean dados con toda la buena intención del mundo. Son nuestros propios miedos, nuestros propios fantasmas los que nos llevan a juzgar o a malmeter para poner nerviosos a esos padres, y aumentar su estrés. Ellos necesitan apoyo, seguridad, ayuda y logística para llevar a cabo su decisión, no la nuestra. Somos libres de hacerlo o no. Eso es; somos libres, pero entonces, convendrán conmigo que libres somos todos. Dejémoslas en paz y respetemos sus decisiones altamente saludables.

Asóciate rellenando este formulario y forma parte de este gran equipo de madres y padres que ayudan a una lactancia feliz.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *