«Cuando estaba embarazada de Alba, mi primera hija, tenía clarísimo que quería amamantarla. El día que nació yo hacía por ponerla al pecho, como tantas veces había escuchado, pero ella solo quería dormir y vino al mundo poco hambrienta. Ese día pasaron por la habitación muchísimas enfermeras que me la colocaban, me cogían los pezones, me los estrujaban, intentaban llevarlos a su boca. Me dijeron que yo tenía los pezones pequeños y que si no me ponía pezonera mi hija no se iba a enganchar. A la hora mi marido estaba allí con una pezonera.
Poco a poco conseguí que Alba fuera comiendo, pero con el incordio de poner y quitar una pezonera 200 veces al día. A los días, en la revisión de la enfermera de pediatría, la niña estaba llorando y lo primero que me dijeron es que esa niña tenía hambre y que tenía que ayudarla con un biberón.
Ahí es donde empezó mi lactancia mixta, que apenas duró un mes porque poco a poco Alba fue prefiriendo tomar biberón, rechazándome el pecho cada vez que se lo acercaba.»
MI SEGUNDA OPORTUNIDAD
«Cuando nació Víctor, mi segundo hijo, también tenía claro que quería amamantarlo y a pesar del fracaso de mi primera lactancia, estaba dispuesta a darme una segunda oportunidad. Nada más nacer se enganchó a mi pecho como si no hubiera mañana, aquí no hubo pezoneras ni enfermeras dando consejos.»
Esta lactancia ha sido exclusiva de él y mía y durará hasta el día que Víctor y yo queramos.
Mamá e hijo: Esther y Víctor (17 meses).
Fotógrafa: Jenifer Bazán
A mí me ha pasado algo sinilarvcon mi pequeña solo pude amamantar 2 meses y llorando de dolor, pezoneras, grietas, hongos, varias mastitis y hasta una perla de leche que me llevo a urgencias, y sin embargo con mi segundo hijo que nació hace mes y medio no podía ser más feliz dándole el pecho sin dolor.
Hola Helena, muchas gracias por compartir tu historia con nosotros. Un saludo!