Cuando llega el momento de tener que separarnos de nuestro bebé/hijo por volver al trabajo o algún otro motivo y vamos a escolarizarlo, si este sigue con lactancia materna, suelen surgir muchos miedos e incertidumbres. Los más comunes son:
- ¿Tengo que acostumbrar a mi bebé a estar sin teta?
- ¿Lo desteto?
- Tengo miedo a la separación (¿A quién le cuesta más, a la mamá o al bebé?)
- La adaptación del bebé: ¿qué escenarios me puedo encontrar?
Gema, voluntaria de La Mama d’Elx, nos ha contado su experiencia personal con el inicio de la guardería de su primer hijo cuando aún era lactante. Esperamos que este relato os sirva de ayuda en vuestras decisiones en esta etapa de vuestros peques.
Soy mamá de tres niños de 10 años, 6 años y 6 meses, soy educadora infantil, aunque desde que fui madre elegí dedicarme en exclusiva a la crianza de mis hijos y dejar de lado mi profesión, y me gustaría contaros mi experiencia, desde la perspectiva de la maternidad, sobre el comienzo de mis hijos en la Escuela Infantil.
Mi hijo mayor nació en agosto, y al año siguiente con 13 meses comenzaba en una escuela infantil del Ayuntamiento, en la cual había que solicitar plaza en abril. Cuando llegó el momento de presentar la documentación mi hijo tenía 8 meses, y estuve un largo rato fuera del edificio de Educación dándole vueltas a la cabeza sobre si era lo correcto o no, si debía solicitarla o mejor no hacerlo y que se quedara en casa. Imaginaos el nudo que ya se puso en la garganta en aquel momento. ¿Cómo lo iba a hacer? Si mi hijo apenas comía sólidos y todo era teta. ¡¡Yo era todo un mar de dudas!!!
Al final, conseguí armarme de valor y sacar a la luz ese lado de mi vocación profesional que me decía por dentro que estaba haciendo lo correcto y así lo hice. Salí de allí cual María Magdalena, con una congoja importante y con mi marido mirándome de una forma extraña porque no era capaz de entender tal drama. Jejejeje!! Qué fácil lo ven todo a veces. ????
Una vez llegó agosto y con su primer añito recién cumplido, todo iba perfecto: rutinas, sueño, teta, comida triturada … Pero se iba acercando septiembre y a mí ya me iban temblando las piernas, pues no llegaba a entender que Pablo, mi hijo, fuera a ser capaz de dormir una siesta en un colchoncito sin su teta, sin su mami y sin un movimiento específico que le ayudaba a conciliar el sueño… ¡¡¡Eso iba a ser horrible!!!
Pero a la vez, me volvía a venir mi vocación interna que me decía: «¿acaso no has conseguido dormir tú a mil niños de teta en tu clase?» “Pablo no es especial, es como todos los niños del mundo. Es especial para su familia, pero para su seño será Pablo, al cual dormirá con ternura, cariño y respeto… cuidando y cubriendo sus necesidades vitales, y sabiendo que será capaz, antes o después, de conseguir ese aprendizaje.”
Y sin darnos cuenta, había llegado el temido día de dejar a Pablo en el mini cole. Esa mañana no me entraba ni el agua en el cuerpo. Nos levantamos, le di su teta para el desayuno y allá que nos fuimos. Hicimos una primera toma de contacto del aula, seño y compañeros que ya llevaban varios días allí. Todo fenomenal y maravilloso cara al niño, pero yo seguía con mi lengua seca por mi ansiedad, creyendo que no iba a adaptarse al día siguiente. La educadora me decía amablemente que no me preocupara que empezaba una nueva etapa donde Pablo iba a crecer y había que acompañarle desde casa dándole confianza… ¡Vaya!, pensé, si tiene razón, eso era justo lo que mi interior me había dicho anteriormente.
Así que al día siguiente amanecí con otra actitud más positiva, pusimos canciones infantiles en el coche y creamos una nueva rutina juntos con el objetivo de acompañar a Pablo en esta nueva etapa, transmitiendo confianza y seguridad.
Cuando fuimos a recoger a Pablo, cuál fue nuestra sorpresa, cuando su seño nos comentaba lo bien que había estado y que él solito, imitando a sus nuevos compis de la clase, se había acostado en su colchoncito y, con ella sentada a su lado, se había dormido sin necesidad de ningún tipo de ayuda. ¡¡Vaya emoción cogimos mi marido y yo!! Teníamos a Pablo por un bebé y él ya podía ser capaz de diferenciar cuando está mamá y cuando no. Eso sí, le faltó tiempo al verme para pedirme su «tetita» y, como no podía ser de otra forma, yo se la ofrecí de la forma más especial que recuerdo. Pablo estaba preparado para empezar su camino de aprendizajes “solo” y su meta ahora era llegar a ser “autónomo”; y nuestra tarea como papis, en ese momento era acompañarlo, respetarlo y darle mucho mimo para que creciera con una buena autoestima.
No hizo falta ni llevar bibes con mi leche, ni preparar a Pablo a algo desconocido para ambos. Quizás si me hubiera anticipado a intentar dormirlo solito o cualquier cosa lo hubiéramos pasado mal, ambos, durante esos meses previos y nos hubiéramos perdido ese tiempo de disfrutar juntos. Con esto os quiero transmitir, a todas las mamis que en breve os enfrentáis a este temido momento, que nuestros peques son capaces de adaptarse a los cambios, siempre y cuando les demos confianza en ello.
En nuestro caso, estamos muy orgullosos de haber tomado aquella dura decisión que nos hizo disfrutar aquellos años del mini cole acompañando a nuestro peque. Y me quedó clara una cosa: que ya no era seño sino mamá, con lo que la recompensa era poder dar de mamar todo el tiempo que quisiera cuando estábamos juntos…
Eso sí, paciencia hubo que tener a capazos pues la adaptación igual se sufre dentro del cole que fuera… Y los peques os desgastarán cuando estén con vosotras, pero sólo hay que respirar, sonreír y acompañar. Es importante saber que en unos meses pasará, no es eterno.
Ánimo con vuestra primera experiencia en acompañar a vuestros peques a ser mayores. Es maravilloso vivirlo con alegría.
Gema Leal
Como veis, el bebé/niño aprende con quién está en cada momento y qué cosas puede pedirle o qué necesidades puede satisfacerle el cuidador. El tiempo y la forma de adaptación, por supuesto, depende de cada niño/a y no es de un día para otro, pero lo importante es que tanto desde el centro como en casa se cuide esa primera etapa, haya confianza por ambas partes en el proceso y se respeten los tiempos que vaya necesitando la criatura para adaptarse. No hace falta acostumbrarlo ni a tomar menos teta ni a estar menos en brazos, como tampoco es necesario dejar de darle pecho para que coma más sólidos si ya tiene más de seis meses.
Ya por último, os dejamos aquí abajo las cuestiones y dudas más frecuentes que suelen plantear las mamás asistentes al Taller de colecho e incorporación al trabajo que cada año viene a impartir a nuestra sede la maravillosa Fina Urbán, y que podéis disfrutar en vídeo en nuestro canal de Youtube.